Latinoamérica fue muy rica para prosperar y es condenado por ella
Kevin Zhu | Septiembre 1, 2023
Ciudad de Panamá, Panamá. — 2,160 dólares estadounidense, o 3,000 pesetas en España de 1916, es el costo para poder viajar en el Príncipe de Asturias, considerado el Titanic español en 1916.
¨Tenía hermosísimos y lujosos salones de música y de fumar, con una bien surtida biblioteca, camarotes de lujo compuestos de salas, dormitorios, cuarto de baño, tocador... El viaje en uno de estos camarotes desde cualquier punto de España hasta Buenos Aires costaba 3,000 pesetas más impuestos¨, afirmó Jorge Díaz, autor del libro ¨Tengo en mi todos los sueños del mundo¨, a ABC.
Se estima que han fallecidos, debido al choque con un arrecife, 452 ocupantes. A pesar de las malas condiciones y un costoso viaje, ¿qué los llevaba querer pagar una gran cantidad de dinero a pesar de las malas condiciones para los emigrantes?
La respuesta está en Latinoamérica. El barco de vapor zarpó en un 5 de mayo de 1916 en Barcelona, España, con destino a Buenos Aires, Argentina, con 150 viajeros con poder adquisitivo y se estima hasta 1,500 pasajeros clandestinos, escondido de los ricos en la bodega, hasta que la tragedia agitó a la lujosa nave.
Apoya al Periodismo Independiente con su Publicidad
Contáctanos en contacto@prensanacionalpa.com
Hoy en día, países como Argentina, Chile o Venezuela se caracterizan por su pobreza en comparación con grandes potencias como Alemania, Francia o Reino Unido. No obstante, durante la primera mitad del siglo XX, los países latinos fueron la cuna de la prosperidad en el mundo. Al igual que Estados Unidos de América, Latinoamérica se convirtió en una tierra de oportunidades para la gente pobre de Europa.
Miles de españoles, italianos, franceses e incluso alemanes abandonaron el viejo continente en busca del sueño "latinoamericano", en busca de una vida mejor. Hasta la mitad del siglo pasado, los países latinos fueron igual o más ricos que las grandes potencias europeas.
De hecho, Venezuela llegó a tener mejores niveles de vida que la propia Alemania. Sin embargo, a partir de los años 50 algo cambió, una cosa hizo que estos países se estancaran y se quedaran muy atrás.
Lo más novedoso de todo esto es que el problema económico de Latinoamérica no parece una cuestión de algunos países en concreto. De alguna forma, toda la región ha empezado a ser pobre al mismo tiempo: sin excepciones.
Apoya al Periodismo Independiente con su Publicidad
Contáctanos en contacto@prensanacionalpa.com
El culpable del estancamiento económico latino fue su gran éxito a principios del siglo XX. Es decir, países como Argentina, Chile o Venezuela murieron de éxito. No supieron gestionar su crecimiento económico, y acabaron condenados a la pobreza. Latinoamérica se hizo demasiado rica para prosperar.
El 21 de noviembre de 1947, en La Habana, Cuba, un grupo de políticos con importantes cargos se reunieron bajo la bandera de la ONU. Tomaron una decisión que cambió el rumbo económico de Latinoamérica para siempre. Esa decisión fue el origen de todos los males económicos que Latinoamérica afrontó a partir de entonces.
El principio de toda esta historia comienza en el campo. Entre el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, América Latina se convirtió en el granero del mundo. Por aquella época, América era un territorio de tierras amplias y fértiles, listas para producir a lo largo y ancho del mundo. La carne argentina, el café colombiano, el caucho brasileño y minerales como el cobre chileno: todos ellos fueron las bases del gran éxito económico de la región.
De alguna forma, el capitalismo del siglo XIX dividió al mundo en dos grandes bloques. Por una parte, Europa y Estados Unidos de América, que se dedicaban a la producción industrial; por la otra parte, América Latina, que se dedica a la producción de materias primas. Ambas partes vivieron en armonía y prosperidad. Sin embargo, entre los años 30 y 50 el contexto económico empezó a cambiar por completo.
Apoya al Periodismo Independiente con su Publicidad
Contáctanos en contacto@prensanacionalpa.com
Un grupo de economistas, apodados como los estructuralistas, y liderados por Raúl Prebisch, comenzó a proponer que Latinoamérica abandonara el modelo productivo. Según estos estructuralistas, los países latinos debían dejar de enfocarse en las materias primas y comenzar a orientarse hacia la producción industrial, como la fabricación de automóviles o maquinaria. Proponían un cambio que hasta ese momento había enriquecido a los países latinos por las siguientes razones:
La primera de ellas fue que, con el tiempo, los precios de las materias primas, especialmente las provenientes del campo, comenzaron a disminuir. Se consideraba que la producción agrícola sería cada vez menos rentable, lo que podría condenar a la región a la pobreza.
La segunda razón fue que el sector primario era muy volátil y vulnerable. Los períodos de desastres naturales como inundaciones o sequías podían tener un impacto grave en la economía agraria, y esto era algo que se buscaba evitar.
En tercer lugar, y quizás la razón más importante de todas, al destinar todos los recursos económicos a las materias primas, Latinoamérica quedaba extremadamente dependiente de la industria exterior.
Apoya al Periodismo Independiente con su Publicidad
Contáctanos en contacto@prensanacionalpa.com
Los países latinos carecían de casi industrias propias con las que fabricar máquinas, tecnología o productos de primera necesidad. Si, por cualquier motivo, ya sea una crisis cambiaria, un conflicto internacional o una obstinación política, la región quedaba sin acceso a las industrias extranjeras, esta dependencia podría generar problemas económicos graves.
Estos tres grandes problemas que aquejaban al modelo de materias primas latinoamericano llevaron a los estructuralistas a una conclusión: si Latinoamérica quería avanzar económicamente, tenía que industrializarse sin falta, abandonar su dependencia del sector agrícola y comenzar a establecer numerosas fábricas.
Fue en ese momento cuando la reunión en La Habana adquirió significado. Los líderes políticos de los países latinoamericanos se congregaron para concebir un plan destinado a industrializar la región y transformar su economía.
Ese plan fue conocido como el modelo de industrialización por sustitución de importaciones, sus siglas ¨ISI¨. Probablemente, fue el mayor fracaso de la historia económica de la región, el principal causante de que los países latinos sean pobres a día de hoy.
Apoya al Periodismo Independiente con su Publicidad
Contáctanos en contacto@prensanacionalpa.com
El modelo de industrialización por sustitución de importaciones consistió en la prácticamente prohibición de productos extranjeros y la obligación de los ciudadanos a adquirir productos fabricados exclusivamente en territorio latinoamericano. La lógica fue que, si los ciudadanos solo podían comprar en empresas locales, esas empresas podrían ganar más dinero y desarrollarse mucho más que si tuvieran que competir con las empresas extranjeras.
Para lograr todo esto, los gobiernos establecieron tres tipos de medidas que cambiaron todo:
Establecieron enormes aranceles y barreras comerciales a los productos de consumo extranjero
A modo de ilustración, si un individuo tenía la intención de comprar un producto fuera de Latinoamérica, podía encontrarse pagando el doble de su precio original debido a los aranceles impuestos. Esta situación generó una dificultad considerable para los ciudadanos en la adquisición de productos extranjeros.
Apoya al Periodismo Independiente con su Publicidad
Contáctanos en contacto@prensanacionalpa.com
No obstante, en todo este contexto había una excepción: las empresas industriales que deseaban importar máquinas y tecnología de otros países estaban exentas de estos aranceles. Los gobiernos apoyaron a las empresas que compraban tecnología extranjera mediante tipos de cambio artificiales.
De esa manera es como las empresas podían aprovecharse del avance tecnológico exterior para desarrollarse rápidamente y, así, satisfacer más fácilmente el mercado local. La clave de todo fue sustituir productos extranjeros por productos locales, y para ello, las industrias nacionales necesitaron muchos privilegios.
Para que las empresas locales pudieran importar tecnología extranjera fácilmente, necesitaban muchos dólares tanto así que se perjudicaron a las empresas exportadoras con cambios desfavorables y sobrevalorados. El modelo de sustitución de importaciones no buscaba una fuerte industria exportadora, sino todo lo contrario: una industria fuerte para el mercado doméstico, una industria autosuficiente que no dependiera de las importaciones del extranjero.
Apoya al Periodismo Independiente con su Publicidad
Contáctanos en contacto@prensanacionalpa.com
No a la inversión; Sí a la empresa pública
Por otra parte, los gobiernos latinoamericanos, en su ánimo por reducir la dependencia de los países extranjeros, pusieron todo tipo de obstáculos a empresas de otros países que quisieran montar sus fábricas en la región. A los políticos no les bastaba con bloquear las importaciones y favorecer una industria local, sino que esa industria local tenía que ser propiedad de empresarios locales, no de capitalistas extranjeros.
Sin conocimientos ni manos de obras cualificadas, es difícil que los empresarios locales puedan montar fábricas avanzadas en sectores completamente nuevos. Se requería mucho dinero y no existe una exoneración de grandes pérdidas, o simplemente no lo hace.
Antes ese problema, a los gobiernos latinoamericanos propusieron una segunda solución: montar empresas públicas para llegar allá donde las empresas privadas no se atrevían a invertir.
Apoya al Periodismo Independiente con su Publicidad
Contáctanos en contacto@prensanacionalpa.com
Imprimir dinero, mucho dinero
Para que las empresas locales fueran aún más fuertes, se comenzaron a extender varios paquetes de ayuda por parte de los gobiernos. Se trata de subvenciones, recortes de impuestos, construcción de infraestructuras a medida, inversiones directas de capital estatal y créditos extremadamente baratos. Todas estas medidas representaron un costo significativo para las arcas públicas. La deuda se disparó y, además, los gobiernos comenzaron a imprimir dinero para hacer frente a los gastos.
La cuestión es que estas tres grandes medidas fueron los pilares del modelo ISI. Sin embargo, también fueron la base del completo y absoluto fracaso económico de América Latina.
Para entender el por qué de esas decisiones y qué fue lo que falló, se necesita comprender el trasfondo de las acciones gubernamentales.
Apoya al Periodismo Independiente con su Publicidad
Contáctanos en contacto@prensanacionalpa.com
Las empresas públicas impulsadas por el gobierno resultaron ser un auténtico desastre. En muchos casos, se convirtieron en agencias de colocación y contratación política. En otros casos, se utilizaron para perseguir objetivos electorales, como el suministro de productos extremadamente baratos que no permitieron a las empresas obtener rentabilidad ni crecer. Finalmente, la corrupción, la burocracia y la falta de experiencia las acabaron convirtiendo en empresas zombis incapaces de producir nada en cantidad suficiente, calidad adecuada y costes sensatos.
Por otra parte: el gobierno perjudicaba a las empresas exportadoras para favorecer a las nuevas industrias locales. Hacer eso provocó que el sector exportador, y especialmente sus pequeñas empresas, se hundiera por completo. Para que se tenga una idea, Argentina, perdió millones y millones de ingresos por exportaciones en el año 1951, y tan solo pudo recuperarlos tras 12 años de sufrimiento, en 1963.
El gobierno estaba obsesionado con privilegiar a las grandes empresas locales, el poder acabó concentrándose en muy pocas manos. Las empresas privadas se convirtieron en rentistas, parásitas de subvenciones, y con gran poder para eliminar a la competencia. Si a todo esto se suma la falta de experiencia en el sector industrial, el resultado fue que los productos de las fábricas latinas eran de muy mala calidad, muy poco diversificados y muy caros en comparación con los estándares internacionales. En otras palabras, no podían competir.
Los gobiernos utilizaron a lo loco la impresora de billetes. Causando una alta inflación, y una deuda pública en moneda extranjera gigantesca. Una receta perfecta para el desastre.
Apoya al Periodismo Independiente con su Publicidad
Contáctanos en contacto@prensanacionalpa.com
Para los años 70, todo el mundo se dio cuenta de que la industrialización por sustitución de importaciones fue un rotundo error. Sin embargo, aparte de algún país como Chile, el resto de la región siguió intentando con el modelo ISI.
Al mismo tiempo que los países latinos quisieron industrializarse con el modelo ISI, hubo otro lugar en el mundo que quiso industrializarse también: Se hace referencia al lado Este de Asia, a países como Taiwán o Corea del Sur. La cuestión es que estos países no utilizaron el modelo ISI para industrializar, sino que optaron por el modelo de industrialización orientado a las exportaciones, o EOI por sus siglas.
El EOI, a diferencia del modelo ISI, no buscaba proteger a las industrias locales de las industrias extranjeras en los mercados domésticos. Su objetivo era apoyar a las industrias locales para competir en el mercado internacional, es decir, para que lograran vender sus productos en el extranjero.
El modelo asiático era un modelo mucho más abierto al mercado internacional, amable con las empresas extranjeras que quisieran invertir en el país, y destacado esencialmente por la ventaja de producir con mano de obra barata.
Apoya al Periodismo Independiente con su Publicidad
Contáctanos en contacto@prensanacionalpa.com
El EOI modelo fue un rotundo éxito. En la actualidad, países como Corea del Sur o Taiwán son muy ricos gracias a la competencia en el extranjero, y no disfrutar de mercados locales privilegiados, empresas como Samsung o TSMC se volvieron realmente exitosas.
La cuestión es: ¿Por qué razón los países latinos no replicaron ese modelo asiático cuando el modelo ISI fracasó? La primera razón es que la población de los países asiáticos durante aquellos tiempos era muy pobre, no habían desarrollado grandes núcleos urbanos, y casi todos vivían de cultivar el campo.
¿Qué implicó todo eso? Una de las medidas para apoyar el modelo de exportaciones asiático consistió en las devaluaciones. Consiste en hacer la moneda más barata para que los extranjeros puedan comprar más. Esto fue algo muy favorable para los campesinos asiáticos, ya que como el gobierno favorecía las exportaciones con las devaluaciones, ellos se veían beneficiados porque podían exportar sus productos agrarios más fácilmente.
No obstante, el problema de Latinoamérica era que su población era mucho más rica; muchos vivían en núcleos urbanos, y las devaluaciones se volvieron muy impopulares entre los trabajadores que no podían beneficiarse directamente de ellas. De alguna forma, las devaluaciones se interpretaron como una forma de favorecer a las empresas exportadoras y a las élites rurales en contra de los trabajadores.
Apoya al Periodismo Independiente con su Publicidad
Contáctanos en contacto@prensanacionalpa.com
De acuerdo con James Mahon Jr, por aquella época, los salarios en los países latinoamericanos, como Argentina, Chile o México, eran mucho más altos que los de los países asiáticos, como Taiwán o Corea del Sur.
Teniendo en cuenta de que la mano de obra asiática era más barata que las de Latinoamérica, para poder competir en el mercado internacional, países como Venezuela tendrían que devaluar tanto su moneda como para reducir el costo de los salarios hasta una octava parte.
Eso hubiera supuesto un enorme costo para los trabajadores a través de elementos como la inflación, pero también habría conllevado un enorme costo político. A fin de cuentas, aplicar un modelo como el asiático habría supuesto recortar mucho bienestar a la población a corto plazo, tan solo a cambio de unos potenciales resultados a largo plazo que ni siquiera eran seguros.
Cambiar el modelo ISI a EOI es un costo que ningún político está dispuesto a asumirlo, eso es algo que a los países asiáticos no les afectó tanto. Por una parte, al ser tan pobres, las devaluaciones no fueron tan costosas para los trabajadores; por la otra, porque los líderes políticos asiáticos no estaban tan influenciados ni por la corrupción ni por las élites locales como sindicatos o patronales.
Apoya al Periodismo Independiente con su Publicidad
Contáctanos en contacto@prensanacionalpa.com
Países como Corea o Taiwán sufrieron grandes conflictos bélicos, la ocupación de los japoneses, y diferentes revoluciones sociales que prácticamente dejaron a estos países sin élites poderosas.
Sin embargo, en el caso de Latinoamérica, el modelo ISI desarrolló grandes élites industriales locales. Abandonar el modelo fallido habría sido abandonar sus privilegios, y al fin de cuentas, la política latina nunca se destacó por su resistencia a la corrupción y al favoritismo hacia las élites.
¿Es que acaso América Latina no podía haber aprovechado sus recursos y haber apostado por otro modelo como el de Australia o Nueva Zelanda para salir adelante? Por supuesto, que sí. El problema es que eso hubiera sido un vendaval para la élite industrial y también para la clase política. Tendrían que haber hecho muchos cambios para recuperar el terreno perdido y, simplemente, no estaban por la labor.
Así que todo esto, entre otros factores, llevó a que los países de Latinoamérica acabaran encajados en el modelo ISI, un modelo sin futuro, que condenó a la región a la pobreza, y que actualmente aún está a la práctica.
Apoya al Periodismo Independiente con su Publicidad
Contáctanos en contacto@prensanacionalpa.com